viernes, 4 de diciembre de 2009

Teletón: caridad "light"

¿Cómo hablar de "solidaridad" o "caridad", cuando para ello las personas no responden a un ideal, deber, moral, reflexión, sino a un impulso casi eléctrico, a un llamado salvaje de la tv? ¿Es "solidaridad" montar una payasada televisiva, recurrir a espectáculos vecinos a la estupidez y lo morboso?

Realmente, creo estar convencido de que, lejos de solidaridad, o caridad, lo que se registra es -como con la mayoría de las cosas- un vaciamiento del concepto en si. Desaparece el verdadero sentido de la "solidaridad", desaparece el respaldo racional que hacía posible tal acción. Hoy ya no se es solidario por utopía, no se es solidario por decisión ni por "problematización". Se es solidario por impulsos, por individualismo, hedonismo tardío y autosatisfacción. No hay un acto solidario por universalidad ni por deber moral, hay un acto solidario que sirve para liberar la carga pesada de la "culpa". Lobotomia o descarga, la solidaridad de la Teletón y sus similares no es un acto racionalizado, individualizado ni mucho menos pensado, es un acto que se produce por impulso, no por deber; por placer... "Yo levanto el telefono, digito, colaboro con dinero, cuelgo el teléfono, prendo la tele y me olvido del asunto". Ahí terminó todo.

Mientras la Teletón y toda manifestación similar mantenga su carácter de circo, carnaval o fiesta popular pseudocapitalista light, el ciclo nunca va a cerrarse; manifestaciones como la Teletón, lejos de buscar acciones y resultados desde un punto serio, político, humanista o responsable, se encargan de desproblematizar el asunto, de banalizarlo y minimizarlo; de convertirlo en una fiesta popular. El problema del discapacitado -y de muchos otros- deja de ser un asunto de seriedad, de compromiso secular o de políticas sociales, para convertirse -gracias al triste manejo del medio- en un asunto de fascinación, de morbosidad, de apelación a lo más bajo y trivial. No llega ni siquiera a emocionar, pues se queda en la exteriorización agresiva de imagenes, música, risa y llanto condensados. No apelan a la conciencia ni a la racionalidad, ni al deber, sino que recurren a instintos animales.

Lo más gracioso de todo es que mientras el carácter de estas manifestaciones se
mantenga en clima de carnaval -como hasta ahora- todo estará bien: todos podemos ser solidarios, todos somos colaboradores, todos podemos ser útiles, todos mejoramos vidas. Todo con un simple teléfono. Nada de sacrificio ni drama ¿quiere ayudar? Pase por aquí, ya no tiene que hacer fila. El solidario de nuestro tiempo es un solidario fácil, liviano; no se le exige demasiado, con poco alcanza ¡Y que poco, y que bajo!

No se trata de ayudar al otro, lamentablemente, y me da asco, vergüenza y risa decirlo; se trata de cada uno. Acá nadie piensa en nadie, todos pensamos en nosotros mismos. Nadie va a ayudar a la Teletón para que los discapacitados puedan acceder a una mejor calidad de vida, en el fondo, todo se trata de un "lavado de manos" generalizado, todos queremos, lamentablemente, poder dormir tranquilos con el deber cumplido. "Yo colaboré, soy solidario", esa es la mentalidad; Yo soy solidario, yo colaboré, yo estoy tranquilo, yo soy bueno. Se trata de que todos quedemos con nuestras conciencias tranquilas, no por haber cumplido ningún deber, sino por habernos sacado las ganas, por estar satisfechos, por la satisfacción individualista de la solidaridad sin drama del teléfono.

Mientras la moral no exija más sacrificios, mientras la solidaridad no exija más que levantar el teléfono... Todos somos solidarios.

Es realmente monstruoso que para suscitar la colaboración ciudadana se tengan que
montar espectáculos y teletones. Es bastante raro -que cada uno piense- que la moral y los deberes sean dirigidos por los medios de comunicación, de forma puntual, cada tanto.

Con esto no ataco a el fin, para nada, ataco los medios. No creo que haya desaparecido el deseo y la preocupación, lo que desapareció es lo que soportaba esos conceptos.