jueves, 21 de abril de 2011

Lengua larga

El 7 de abril pasado empezó todo esto. Fue el día después del concierto de Dylan en Beijing. Esa mañana encontré varios titulares lamentables que, cual paladines a la vez de la libertad de expresión mal entendida y la ignorancia más atroz y despreocupada, agitaban la bandera de la liberación y señalaban, aseguraban; condenaban, poco menos, una censura por parte del Gobierno chino sobre Bob Dylan. Según la web rollingstone.es, Dylan había sido censurado por el gobierno comunista de China, que había prohibido al músico tocar The times they are a-changin y Blowinin the wind, temas "contestatarios". De este disparate apresurado se hacían eco, al instante, El País de España y, cómo no -cuándo no- la web rollingstone de Argentina.

DISPARATES DE ROLLINGSTONE.ES
Algunas de las burradas escritas en rollingstone.es: “[Dylan] no tocó ni dijo nada que pudiera parecer ofensivo al Partido Comunista (...) Las 6.000 personas que acudieron al recital (...) no escucharon, entre canción y canción, ninguna mención crítica a la represión que se ejerce en China…”.

La puta madre que los parió... la verdad, es que no se me ocurre otro comentario ante tales horrores publicos. Qué idiotas que son, qué imbéciles, qué poco responsables. Vamos por partes. ¿Desde cuándo Dylan se pone a parlotear en los conciertos? Se nota que el que escribió esa nota en una publicación tan relevante como la Rolling Stone sabe MUY poco y, lo que sí es pecado, habla con una propiedad que no tiene, una propiedad robada. Se nota que nunca vio un puto dvd de Dylan en vivo antes de ponerse a escribir semejantes juicios. Dylan es lo más parco y serio que hay sobre el escenario, si dice algo además de hola, gracias o adiós, es una excepción.

Siendo callado como es, parece francamente miope e inaudito pedirle que se ponga a reivindicar los derechos de los chinos, que se ponga a gritar proclamas contra los comunistas y que agite a las masas en medio de un concierto. NUNCA lo hizo ni lo va a hacer ahora con casi 70 años; NUNCA fue un agitador social; NUNCA tuvo como objetivo ser un heraldo de las minorías. NO PIDAN DEMAGOGIA DONDE NO LA HAY, POR FAVOR, TENGAN RESPETO, NO QUIERAN VOLVER UN PAYASO TIRA BOMBAS A UN TIPO QUE ES UN GENIAL MÚSICO. No sean idiotas, "columnistas" de RollingStone que no firman sus propias notas (¿será por verguenza? ¿será por incapacidad? ¿o las dos cosas juntas?).

LA CENSURA QUE NO FUE
El otro gran punto es, precisamente, sobre los dos temas que RollingStone AFIRMA, fueron CENSURADOS por el gobierno chino. The Times... y Blowin'... no estuvieron en los dos conciertos de Dylan en China, es cierto, pero tampoco estuvieron en Vietnam, ni en Hong Kong, ni en Singapur, ni en Australia (que hasta ahora son los shows asiáticos que van de la gira actual. Para el que quiera confirmarlo, bobdylan.com/tour). Lo que los tristes moscones de RollingStone y compañía quieren dar a entender con esto es que Dylan se pervirtió y se arrodilló ante los semidioses neo-comunistas de China y, como un viejo cobarde, les dijo "si, perdonen señores chinos, no los voy a ofender con mi retórica contestataria y voy a quitar estos temas que a ustedes les molestan". Como si Bob Dylan precisara la plata, como si precisara tanto tocar en China que accediera incluso aceptando una censura.

Lejos de ser una censura del Gobierno chino y un gesto de sumisión de Dylan, esto es otro de tantos cambios en el track list en vivo de Dylan. No se trata para nada de un Bob Dylan acobardado, asustado y que se traiciona a si mismo olvidando su pasado revoltoso, como AFIRMAN los amigos de RollingStone, no, todo lo contrario. No sean manipuladores, no quieran confundir a los demás con su confusión. Hace mucho que Dylan dejó de agitar la masa social, si es que alguna vez lo hizo. Y si lo hizo, lo que es seguro es que de ninguna manera quiso ponerse en el lugar de genio que llega a iluminar a la masa o de mesías salvador o revindicador. Para nada. Parece que los señores "cronistas" de RollingStone quedaron estancados en principios de los '60, que esperan que Dylan siga cantando todos y cada uno de sus temas más viejos, de una etapa que pasó y que, como dije, es una etapa.

Si no queda claro, cito al mismo Dylan desde su autobiografía hablando a finales de los '60:

"Por lo que yo sé, no pertenecía a nadie entonces ni pertenezco a nadie ahora (…) los moscones de la prensa seguían proclamándome el portavoz, el defensor e incluso la conciencia de una generación. Qué divertido"

Y para graficar todo con claridad, para sentenciar la cuestión, cito a Julio Valdeon Blanco desde EFEEME (una web de música en serio):

"Bob Dylan solo ejerció tres años como evidente bastión de la canción protesta. Con numerosos y esclarecedores matices que darían para otro artículo. En concreto durante dos discos, “The freewheelin Bob Dylan” (1962) y “The times they are a-changin’” (1963). Luego vinieron otros treinta."

Recomiendo la nota completa de Valdeon en Efeeme, titulada "50 años sin entender a Bob Dylan". Y muy especialmente se la recomiendo al fantasma que escribió esos disparates sobre el asunto en China.

Por favor, dejen de manipular, dejen de pedir demagogia, dejen de confundir la música con la política; a Bob Dylan con el Che Guevara. Dylan no es un Che Guevara con guitarra que se tiene que poner a gritar encima de un escenario, es un genio de la música que, obviamente, influye por su propio peso.

domingo, 10 de abril de 2011

Cine de sábado por la noche

Y dos conclusiones: la primera es que Grupocine tiene, por lejos, los PEORES cines de Uruguay. La segunda es que vi Sucker Punch y me gustó.

Grupocine: una experiencia lamentable
Hace tiempo que lo vengo pensando, y experiencia tras experiencia y asiento vencido tras asiento vencido y pésimo servicio tras pésimo servicio, lo comprobé este sábado: Grupocine da asco y vergüenza ajena. Mi evidencia empírica arroja también la conclusión de que no se trata de una o dos salas en especial, es un problema de Grupocine en general. Deberían sentir un poco de lástima por esa dignidad que olvidaron hace ya mucho tiempo tirada en el barro, o mejor dicho, entre el pop y el dulce pegajoso del piso de sus deleznables salas.

Las siguientes puntualizaciones respecto a:

1) La hora de comienzo
Creo que los relojes y la concepción del tiempo es una convención como tantas y que es una ilusión compartida por todos los seres humanos con el único fin de mantener el orden, por más que en el fondo se sepa que ese orden es arbitrario y no existe más allá de nuestra mente. Eso no impide que la adopte como la mejor para ordenar mi propia vida. Pero según parece, la gente(cilla) de Grupocine opera según su propio conjunto de reglas temporales. Cuando en su cartelera se anuncia una película a una hora determinada, los humanos normales debemos sumarle veinte minutos más. Ejemplo: Sucker Punch figura en la cartelera a las 22:40. En realidad quiere decir que empezará 23:00.

Todo con el único y patético fin de vender dos entradas más que no van a cambiar el destino de la empresa a gente que llega tarde a ver una película de la que apenas conoce su título traducido al español muchas veces bajo traducciones solamente entendidas por los españoles, que usan, en este caso, sus propias licencias interpretativas (bastante extrañas por cierto. El ejemplo por antonomasia: Pickup on South Street, de Samuel Fuller, traducida como El rata).

2) La comodidad de los asientos
Otro concepto subvertido en la concepción grupociniana es el de la comodidad. Según Grupocine, la comodidad de un asiento va en aumento directamente proporcional al deterioro de los soportes del mismo. Ejemplo: el respaldo carcomido por una especie nunca vista o invisible de roedor o similar; el asiento vencido e inclinado hacia abajo, formando un ángulo bastante mayor a los 90º recomendados para los seres humanos normales. En un asiento así, con la única promesa segura de terminar con un fuerte dolor en la parte baja de la espalda, pocas películas parecen agradables. Luego de pensarlo un buen tiempo, puedo decir que creo esto una prueba de calidad: aquellas películas que reciban la aprobación del público sometido a tal tortura, son realmente buenas piezas cinematográficas. Sucker Punch pudo, apenas pero pudo, contra esta regla de oro de Grupocine.

3) El misterio del piso
El sujeto que tenga que caminar entre las filas de asientos deberá sentir cómo las suelas de sus zapatos quedan adheridas contra el piso. Se percibe la presencia de una extraña sustancia pegajosa que persigue a quien camine en la sala. Sospecho que se trata de pop dulce añejo mezclado con bebidas gaseosas y la poca voluntad de limpieza de empleados que no existen o que están mal pagos o son los mismos encargados de vender el pop, cortar las entradas, vender las entradas y proyectar la película. No descarto la posibilidad de que el piso sea una enorme glándula que segrega esta sustancia con la finalidad de incomodar a la gente para que no se levanten en medio de la película. Esto es un punto que comparto con la ideología grupociniana.

PD: Ya que están podrían inventar algo para que los idiotas de siempre se callen la boca y no relaten todo lo que se ve en la pantalla, incluidos las sinópsis, las inscripciones en inglés para demostrar que saben un poco de inglés, o cualquier otra cosa. Más pegamento en el pop no estaría mal, es una opción, una propuesta. Pueden usarla.



Lo que hay en la pantalla
Sobre Sucker Punch, párrafo aparte, tengo algunas palabras positivas. Era imposible que me gustara más que Watchmen, pero disfruté mucho de esa estética oscura, salida de un cómic –o manga en este caso-. Snyder crea su propio universo estético-temático, que va más allá de sus películas.

Acá hay tres niveles o realidades dentro de la historia, a saber: la de una adolescente que por accidente termina en una institución mental, llevada por su padrastro. Una vez en el manicomio, se despliega la segunda realidad: todo transmuta y se convierte en un burdel de lujo. Dentro de este burdel de lujo, producto de la realidad creada por la joven dentro del manicomio, se planea una escapatoria para la cual la joven y sus compañeras-internas-prostitutas deben reunir cinco elementos. Ahí se despliega la tercera realidad, sin tiempo ni espacio, que vuela desde la China medieval hasta la Segunda Guerra Mundial, hasta la Tierra Media y el mundo futurista. Otro clásico juego de cajas chinas en el que, al igual que en El Origen de Nolan, lo real se modifica por fuerza de lo imaginado. El poder de la mente para trasladarnos desde cualquier presente real a otro mundo imaginario. Referencias claras a Alicia, a Matadero Cinco de Vonnegut, entre otras.