sábado, 3 de diciembre de 2011

Ah, ahí viene otra vez la Teletón



Canal 4, Teletón. Canal 10, Teletón. Canal 12, Teletón. Televisión Nacional de Uruguay, Teletón.

Lo cual equivale a: Petinatti por cuatro, Fernando Vilar por cuatro y, lo que es peor, Omar Gutierrez por cuatro. (Bah, en realidad este último no llega ni a uno).

Curioso. Cómo la Teletón copa todo el ancho de aire en la televisión nacional (ya maltratado de por sí) y a nadie parece importarle.

Increíble. Lo fácil que se obliga a todo el mundo a ver lo mismo.

Idiotas. Los que hablan en favor de la "diversidad", la libertad en todas sus formas, lo bueno de la heterogeneidad, etc., y ahora no dicen nada.

Contradictorio. El hecho de que se bombardee durante dos días la televisión con un espectáculo de dudosa ética (siendo breves y benevolentes) y después se ataque mortalmente a la "basura argentina" o a "Tinelli".


Nota de color: El caso Omar Gutierrez es uno de los fenómenos más asombrosos de los últimos tiempos en los medios de comunicación de dominio público. Se trata claramente de un viejo chocho que no conserva ninguna de sus facultades intactas, a excepción de su costumbre de interrumpir continuamente al otro con intervenciones dignas de un retrasado mental sin tratamiento.

¡Alguien que le haga un favor a él y a toda la comunidad y le de el pequeño empujón que le falta para entrar al ascensor que lo llevará directo al cielo!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Sonidos de la calle

Otra vez el 117. Parece condenado a esto. Hace unas semanas subí y le pagué al conductor/cobrador, al que es lo mismo decirle "hola, buenas tardes", "hola, cómo estas?", "hola, que cara de orto que tenés", "pedazo de mierda"; siempre va a contestar con otra pregunta: "¿Común?", y levanté la vista para elegir mi asiento. Estaba lleno asi que caminé hacia la parte en la que uno puede estar parado junto a la ventana, pero vi que había un borracho recitando algun poema de su propia autoría.

No tardé en darme cuenta que se trataba de un "músico ambulante" y no de un borracho que recitaba un poema de su propia autoría.

Me di cuenta que era un músico callejero porque terminó de cantar (bueno, cantar, cantar, cantar... algo así) y se escucharon siete aplausos; los siete de la misma persona, una mujer, una vieja. El tipo dijo algunas palabras y volvió al ruedo con otra interpretación a capela.

Yo estaba al lado del tipo y, confieso, fui presa de los embates del SDV (Síndrome de velorio): luchaba contra una risa que quería salir de mi interior en un momento no aconsejado. Cuando terminó esta otra hermosa pieza vocal, volvieron a escucharse los mismos aplausos de la misma mujer. Esta vez fueron más cantidad y más fuertes. Fue ahí que el tipo empezó con sus estupideces. "Si, gracias, si, muchas gracias", dijo en un tono irónico tratando de demostrarle a todos los que estábamos ahí que se había dado cuenta de que su show no había provocado lo que se dice "conección con el público". "Gracias, señora", siguió, mientras se acercaba al asiento de la vieja estúpida. "¡Tiene buena voz!", elogió la señora, "qué bien que canta, y sin guitarra ni nada", agregó como si esto último fuera un plus en lugar de un detrimento. (Cantar a capela no es sinónimo de valentía, y, en este caso, sí fue sinónimo de atentado al buen gusto).

La vieja y el señor con buena voz hablaron un rato; entre ellos había un muchacho que, pobre, no sabía qué hacer. "Si, ya me han comparado varias veces con Zitarrosa", dijo el tipo en respuesta a lo de la "buena voz". La mujer le preguntó si nunca había tocado en ningun otro lado que no fuera el omnibus, y el tipo le contestó que no, agregando: "Es así, acá nadie entiende nada. Y por eso nadie aplaude en este ómnibus". Después hizo un silencio para agregar dramatismo a lo que acababa de decir, pero el ruido a carroza medieval del 117 y la radio mal sintonizada hicieron su trabajo. "Porque hay que decir las cosas de frente y claras", siguió el viejo, "acá hay 30 personas y solo usted aplaudió, señora. Eso es porque tiene buen oído, y todos los demás no, queda claro".

No pude evitar sentir asco por este tipo y esbozar una sonrisa y soltar un involuntario y leve "pobre tarado", mientras el tipo seguía repitiendo: "Así son acá. 30 personas y nadie aplaude. Usted es la única que entiende, usted sabe de música, señora". La mujer le decía a todo que sí.

domingo, 31 de julio de 2011

Batman TDKR: fotos inéditas

A continuación, solo algunas de las fotos que ya flotan en diferentes callejones de la web. Más que una filtración, como siempre, parece parte de la campaña viral, y estoy seguro que lo es. En las fotos: Batman (Christian Bale) peleando contra el villano de turno en The Dark Knight Rises: Bane (Tom Hardy), aquel que supo quebrarle la columna y dejarlo en silla de ruedas a Batman alguna vez; más del villano y más. Estas imágenes de Bane prometen.

RHCP 2011



domingo, 24 de julio de 2011

27, se veía venir

Hace un rato terminó la Copa América. Pasan las 22 hs y estoy dando una vuelta, un vagabundeo por internet, y antes de cerrar la ventana y por no se que razón, me quedo en blanco frente a la página de Google. Segundos, mirando. Después, como por obligación, entro a una página de música y aparece el título: "Shock mundial: murió Amy Winehouse". Varias cosas que me pasan a la vez cuando leo eso y me doy cuenta de que no debería asombrarme de nada (y a nadie, en realidad, le asombra) y que pasó lo más probable en la ruleta rusa (o yanqui, por qué no) de las probabilidades. Pero igual me pasan ciertas cosas por la cabeza, a saber:

Que se veía venir

Que qué terrible...

Que, otra vez, no puedo creerlo aunque lo creo

Que hay personas que no saben jugar con su personaje

Que el morbo del rock está a la orden del día

Que no me digan, ya lo se: sobredósis de no se que mierda, que la encontró la mucama

Y que en realidad ahora Amy Winehouse está -casi- igual que como estuvo desde hace cuatro o cinco años a esta parte.

Acompañando esas sensaciones para nada originales que a más de uno le deben haber pasado al enterarse, me pasó algo raro: apenas leí y entendí lo que había pasado me corrió el clásico frío por la espalda; siempre había escuchado de él, nunca había experimentado con él.

No hablemos de huellas profundas en la música, ni de legados ni de revoluciones (porque más de uno de esos especialistas lo está haciendo), Amy Winehouse tuvo talento, mucho, eso se sabe, pero pasó más tiempo en boca de todos por todo lo demás, y así terminó. Realmente, una lástima.

(No voy a terminar la nota con el obvio video sacado de YouTube)

No deja de asombrarme mi asombro. Esta especie parece condenada a eso: si te tirás de cabeza en una piscina que pierde por algún lado, tarde o temprano te vas a terminar partiendo la cabeza contra le fondo. Y cuando saltes y te esté por pasar eso que era tan previsible, en el instante en que te des contra el fondo, no vas a dejar de asombrarte. Es así.

PD: Janis Joplin, Jimi Hendrix, Brian Jones, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse. Sigue más vivo que nunca el Club del 27, que no admite Justin Bieber's (aunque si se ofrece, yo le regalaría el pasaje).

jueves, 21 de abril de 2011

Lengua larga

El 7 de abril pasado empezó todo esto. Fue el día después del concierto de Dylan en Beijing. Esa mañana encontré varios titulares lamentables que, cual paladines a la vez de la libertad de expresión mal entendida y la ignorancia más atroz y despreocupada, agitaban la bandera de la liberación y señalaban, aseguraban; condenaban, poco menos, una censura por parte del Gobierno chino sobre Bob Dylan. Según la web rollingstone.es, Dylan había sido censurado por el gobierno comunista de China, que había prohibido al músico tocar The times they are a-changin y Blowinin the wind, temas "contestatarios". De este disparate apresurado se hacían eco, al instante, El País de España y, cómo no -cuándo no- la web rollingstone de Argentina.

DISPARATES DE ROLLINGSTONE.ES
Algunas de las burradas escritas en rollingstone.es: “[Dylan] no tocó ni dijo nada que pudiera parecer ofensivo al Partido Comunista (...) Las 6.000 personas que acudieron al recital (...) no escucharon, entre canción y canción, ninguna mención crítica a la represión que se ejerce en China…”.

La puta madre que los parió... la verdad, es que no se me ocurre otro comentario ante tales horrores publicos. Qué idiotas que son, qué imbéciles, qué poco responsables. Vamos por partes. ¿Desde cuándo Dylan se pone a parlotear en los conciertos? Se nota que el que escribió esa nota en una publicación tan relevante como la Rolling Stone sabe MUY poco y, lo que sí es pecado, habla con una propiedad que no tiene, una propiedad robada. Se nota que nunca vio un puto dvd de Dylan en vivo antes de ponerse a escribir semejantes juicios. Dylan es lo más parco y serio que hay sobre el escenario, si dice algo además de hola, gracias o adiós, es una excepción.

Siendo callado como es, parece francamente miope e inaudito pedirle que se ponga a reivindicar los derechos de los chinos, que se ponga a gritar proclamas contra los comunistas y que agite a las masas en medio de un concierto. NUNCA lo hizo ni lo va a hacer ahora con casi 70 años; NUNCA fue un agitador social; NUNCA tuvo como objetivo ser un heraldo de las minorías. NO PIDAN DEMAGOGIA DONDE NO LA HAY, POR FAVOR, TENGAN RESPETO, NO QUIERAN VOLVER UN PAYASO TIRA BOMBAS A UN TIPO QUE ES UN GENIAL MÚSICO. No sean idiotas, "columnistas" de RollingStone que no firman sus propias notas (¿será por verguenza? ¿será por incapacidad? ¿o las dos cosas juntas?).

LA CENSURA QUE NO FUE
El otro gran punto es, precisamente, sobre los dos temas que RollingStone AFIRMA, fueron CENSURADOS por el gobierno chino. The Times... y Blowin'... no estuvieron en los dos conciertos de Dylan en China, es cierto, pero tampoco estuvieron en Vietnam, ni en Hong Kong, ni en Singapur, ni en Australia (que hasta ahora son los shows asiáticos que van de la gira actual. Para el que quiera confirmarlo, bobdylan.com/tour). Lo que los tristes moscones de RollingStone y compañía quieren dar a entender con esto es que Dylan se pervirtió y se arrodilló ante los semidioses neo-comunistas de China y, como un viejo cobarde, les dijo "si, perdonen señores chinos, no los voy a ofender con mi retórica contestataria y voy a quitar estos temas que a ustedes les molestan". Como si Bob Dylan precisara la plata, como si precisara tanto tocar en China que accediera incluso aceptando una censura.

Lejos de ser una censura del Gobierno chino y un gesto de sumisión de Dylan, esto es otro de tantos cambios en el track list en vivo de Dylan. No se trata para nada de un Bob Dylan acobardado, asustado y que se traiciona a si mismo olvidando su pasado revoltoso, como AFIRMAN los amigos de RollingStone, no, todo lo contrario. No sean manipuladores, no quieran confundir a los demás con su confusión. Hace mucho que Dylan dejó de agitar la masa social, si es que alguna vez lo hizo. Y si lo hizo, lo que es seguro es que de ninguna manera quiso ponerse en el lugar de genio que llega a iluminar a la masa o de mesías salvador o revindicador. Para nada. Parece que los señores "cronistas" de RollingStone quedaron estancados en principios de los '60, que esperan que Dylan siga cantando todos y cada uno de sus temas más viejos, de una etapa que pasó y que, como dije, es una etapa.

Si no queda claro, cito al mismo Dylan desde su autobiografía hablando a finales de los '60:

"Por lo que yo sé, no pertenecía a nadie entonces ni pertenezco a nadie ahora (…) los moscones de la prensa seguían proclamándome el portavoz, el defensor e incluso la conciencia de una generación. Qué divertido"

Y para graficar todo con claridad, para sentenciar la cuestión, cito a Julio Valdeon Blanco desde EFEEME (una web de música en serio):

"Bob Dylan solo ejerció tres años como evidente bastión de la canción protesta. Con numerosos y esclarecedores matices que darían para otro artículo. En concreto durante dos discos, “The freewheelin Bob Dylan” (1962) y “The times they are a-changin’” (1963). Luego vinieron otros treinta."

Recomiendo la nota completa de Valdeon en Efeeme, titulada "50 años sin entender a Bob Dylan". Y muy especialmente se la recomiendo al fantasma que escribió esos disparates sobre el asunto en China.

Por favor, dejen de manipular, dejen de pedir demagogia, dejen de confundir la música con la política; a Bob Dylan con el Che Guevara. Dylan no es un Che Guevara con guitarra que se tiene que poner a gritar encima de un escenario, es un genio de la música que, obviamente, influye por su propio peso.

domingo, 10 de abril de 2011

Cine de sábado por la noche

Y dos conclusiones: la primera es que Grupocine tiene, por lejos, los PEORES cines de Uruguay. La segunda es que vi Sucker Punch y me gustó.

Grupocine: una experiencia lamentable
Hace tiempo que lo vengo pensando, y experiencia tras experiencia y asiento vencido tras asiento vencido y pésimo servicio tras pésimo servicio, lo comprobé este sábado: Grupocine da asco y vergüenza ajena. Mi evidencia empírica arroja también la conclusión de que no se trata de una o dos salas en especial, es un problema de Grupocine en general. Deberían sentir un poco de lástima por esa dignidad que olvidaron hace ya mucho tiempo tirada en el barro, o mejor dicho, entre el pop y el dulce pegajoso del piso de sus deleznables salas.

Las siguientes puntualizaciones respecto a:

1) La hora de comienzo
Creo que los relojes y la concepción del tiempo es una convención como tantas y que es una ilusión compartida por todos los seres humanos con el único fin de mantener el orden, por más que en el fondo se sepa que ese orden es arbitrario y no existe más allá de nuestra mente. Eso no impide que la adopte como la mejor para ordenar mi propia vida. Pero según parece, la gente(cilla) de Grupocine opera según su propio conjunto de reglas temporales. Cuando en su cartelera se anuncia una película a una hora determinada, los humanos normales debemos sumarle veinte minutos más. Ejemplo: Sucker Punch figura en la cartelera a las 22:40. En realidad quiere decir que empezará 23:00.

Todo con el único y patético fin de vender dos entradas más que no van a cambiar el destino de la empresa a gente que llega tarde a ver una película de la que apenas conoce su título traducido al español muchas veces bajo traducciones solamente entendidas por los españoles, que usan, en este caso, sus propias licencias interpretativas (bastante extrañas por cierto. El ejemplo por antonomasia: Pickup on South Street, de Samuel Fuller, traducida como El rata).

2) La comodidad de los asientos
Otro concepto subvertido en la concepción grupociniana es el de la comodidad. Según Grupocine, la comodidad de un asiento va en aumento directamente proporcional al deterioro de los soportes del mismo. Ejemplo: el respaldo carcomido por una especie nunca vista o invisible de roedor o similar; el asiento vencido e inclinado hacia abajo, formando un ángulo bastante mayor a los 90º recomendados para los seres humanos normales. En un asiento así, con la única promesa segura de terminar con un fuerte dolor en la parte baja de la espalda, pocas películas parecen agradables. Luego de pensarlo un buen tiempo, puedo decir que creo esto una prueba de calidad: aquellas películas que reciban la aprobación del público sometido a tal tortura, son realmente buenas piezas cinematográficas. Sucker Punch pudo, apenas pero pudo, contra esta regla de oro de Grupocine.

3) El misterio del piso
El sujeto que tenga que caminar entre las filas de asientos deberá sentir cómo las suelas de sus zapatos quedan adheridas contra el piso. Se percibe la presencia de una extraña sustancia pegajosa que persigue a quien camine en la sala. Sospecho que se trata de pop dulce añejo mezclado con bebidas gaseosas y la poca voluntad de limpieza de empleados que no existen o que están mal pagos o son los mismos encargados de vender el pop, cortar las entradas, vender las entradas y proyectar la película. No descarto la posibilidad de que el piso sea una enorme glándula que segrega esta sustancia con la finalidad de incomodar a la gente para que no se levanten en medio de la película. Esto es un punto que comparto con la ideología grupociniana.

PD: Ya que están podrían inventar algo para que los idiotas de siempre se callen la boca y no relaten todo lo que se ve en la pantalla, incluidos las sinópsis, las inscripciones en inglés para demostrar que saben un poco de inglés, o cualquier otra cosa. Más pegamento en el pop no estaría mal, es una opción, una propuesta. Pueden usarla.



Lo que hay en la pantalla
Sobre Sucker Punch, párrafo aparte, tengo algunas palabras positivas. Era imposible que me gustara más que Watchmen, pero disfruté mucho de esa estética oscura, salida de un cómic –o manga en este caso-. Snyder crea su propio universo estético-temático, que va más allá de sus películas.

Acá hay tres niveles o realidades dentro de la historia, a saber: la de una adolescente que por accidente termina en una institución mental, llevada por su padrastro. Una vez en el manicomio, se despliega la segunda realidad: todo transmuta y se convierte en un burdel de lujo. Dentro de este burdel de lujo, producto de la realidad creada por la joven dentro del manicomio, se planea una escapatoria para la cual la joven y sus compañeras-internas-prostitutas deben reunir cinco elementos. Ahí se despliega la tercera realidad, sin tiempo ni espacio, que vuela desde la China medieval hasta la Segunda Guerra Mundial, hasta la Tierra Media y el mundo futurista. Otro clásico juego de cajas chinas en el que, al igual que en El Origen de Nolan, lo real se modifica por fuerza de lo imaginado. El poder de la mente para trasladarnos desde cualquier presente real a otro mundo imaginario. Referencias claras a Alicia, a Matadero Cinco de Vonnegut, entre otras.

lunes, 21 de marzo de 2011

El extraño caso del mozo y la Coca Cola


Si hay algo que representa muy bien a la vida, eso es la Coca Cola. El misterio a su alrededor está a la orden del día: mucho se dice, se especula, se inventa, se desmiente sobre la popular bebida. Últimamente he escuchado a muchos decir que la Coca Cola en envase de vidrio es mejor que la que viene en plástico. No podría estar más en desacuerdo; si bien es cierto que cuanto más grande es el envase de plástico, peor es la Coca Cola, cualquier consumidor reconoce que a la de 600 en su modo plástico no hay quién le gane.

Una noche de no hace mucho tiempo atrás, me encontraba con XV -las iniciales de la persona en cuestión- en un restaurante común y corriente de una calle cualquiera. Fue ahí cuando descubrí que lo de las posiciones acerca de la Coca Cola y los envases es como Dios, el Universo y la Historia: discutible, al menos. El mozo se acercó y le ordenamos nuestro pedido. Al final, cuando preguntó si íbamos a tomar algo, le contesté que sí: una jarra de Coca Cola, agregué refiriéndome a una jarra de refresco "Para 2" que figuraba en el menú a un precio visiblemente más conveniente que el correspondiente a las dos botellitas clásicas de vidrio. Antes de que el tipo se fuera le pregunté si el contenido por defecto se podía cambiar; me contestó que no, que la "Jarra de refresco para 2" sólo era de Coca cola, a lo que yo asentí sin mayores complicaciones. Sin embargo, y sin obligación de hacerlo, el mozo agregó: "La jarra para 2 solo es cono Coca porque es de máquina, la máquina sólo tiene eso". Le dijimos que no había problema ninguno y, sin decirlo, juzgué interesante probar la Coca de máquina para ver si realmente valía la pena la jarra por sobre la botella clásica de vidrio de los bares. XV, que en principio hubiese preferido Sprite, no opuso mayores quejas y aceptó la bebida de máquina.

Minutos después llegó nuestra solicitud, la famosa "Jarra para 2" con bastante hielo que nadie pidió, la pizza, orégano, servilletas. Pasó el rato. Siguieron horas y todo transcurrió normalmente. A decir verdad, en ningún momento pasó nada demasiado extraño, porque a fin de cuentas nada extraña ya. No recuerdo si lo dije en voz alta, pero era la primera vez que me ponía a pensar "estoy tomando Coca Cola de máquina". Intenté evocar el sabor y las supuestas diferencias con sus parientas de vidrio, lata y plástico, y pasé en aquella tarea varios minutos. Algo tiene, pensé varias veces, que sea de máquina le da un toque... Mañana voy a comprame una de botella para comparar sabores, definitivamente, si, esta tiene algo, es obvio, si es de máquina tiene que ser diferente; ¿si no para qué van a ofrecer una de máquina y una de botella?. Qué descubrimiento, pensar que perdí tiempo tomando aquel jarabe envasado en plástico cuando había directamente de máquina con este sabor tan especial, y ni hablar de mi época apocalíptica de Nix cola, eso si fue espantoso.

Hacia el final, cuando el mozo vino a traer la cuenta, y luego de tomar los platos y vasos y la "Jarra para 2" vacía, dijo -nuevamente sin estar obligado-: "¿estaba buena la Coca, no?", y antes de que XV o yo pudiésemos responder que sí, concluyó él mismo: "está bárbara, porque recién destaparon las botellas". Inconsciente del conflicto que había desatado con su última frase, se retiró y no lo volvimos a ver.

jueves, 17 de marzo de 2011

117 con banda sonora

El martes pasado, alrededor de las 20:30 en un 117 Plaza Independencia modelo nuevo, ocurrió la siguiente historia.

Al subir y pagar un boleto que no condice con el servicio prestado a un guarda que observa aterrado y malherido cómo minuto a minuto, día a día, sus facultades laborales se ven amenazadas por un inexorable avance tecnológico y su puesto laboral corre el inminente peligro de quedar en manos de una máquina que hace el trabajo por sí sola, dejándolo en ridículo y con la mera función de ayudar, cada tanto, al transeúnte que no sabe colocar bien la tarjeta para el boleto, en ese entorno habitual, escuché una guitarra tocada con el esmero de alguien que se cree muy bueno en lo que hace, una voz que cantaba y algunas palmas que golpeaban más por falso respeto que por sentimiento real.

Detrás mío, como siempre a esa hora -a cualquier hora en esa zona y en esa línea de ómnibus-, un lote de estudiantes de ingeniería haciendo lo único que hacen en la calle cuando los veo (lo digo sin ánimo de ofender a nadie, pero es algo que me asombra): hablar de cosas relacionadas a las clases en la facultad. Nada en contra de los estudiantes de ingeniería; se que muchos están del otro lado leyendo esto... después de haber leído manuales de ingeniería, claro.

Llegando a otra concurrida parada, donde otro racimo de estudiantes, esta vez pertenecientes a otra facultad, la de economía si no me equivoco, subió al ómnibus, puse atención por primera vez en el sujeto de la guitarra. Fue la primera vez que le puse atención porque fue la única vez que dejó de cantar y tocar. En ese lapso entre tema y tema, y mientras más y más estudiantes de ingeniería hablaban de ingeniería y estudiantes de economía subían vestidos de traje y dos planchas detrás mío agudizaban su debate sobre marcas de gorras y colores fluorescentes a la vez que se reían como idiotas de un tipo que trabaja en un ómnibus para ganarse la vida que ellos perdieron hace tiempo o nunca tuvieron, el artista callejero dijo algunas cosas. A saber:

"... No se olviden que nosotros los artistas callejeros tocamos para todos (...) para los que tienen mucha y poca plata; para los contadores y los kioskeros..."

Hasta ahí iba bien, a fin de cuentas, eso es cierto. Pero he aquí el lamentable remate de su parlamento:

"...Hacemos eso, no como otros que tocan sólo para algunos pocos (...) En el [Teatro] Solís para algunos afortunados, cobrando 200 pesos la entrada."

De este comentario saqué dos conclusiones rápidas: 1) que se trata del lamento de un sufrido músico frustrado y 2) que sintetiza a la perfección cierto imaginario estúpido que puja por una especie de democratización de la cultura.

En rigor, el comentario es justo con la realidad: pero el emisor y las puntualizaciones -Teatro Solís, 200 pesos la entrada- dejan en evidencia un agudo resentimiento disfrazado con las zaparrastrosas vestimentas de la falsa humildad y el populismo malnacido. ¿Quién le dijo a este heraldo negro y gratuito de la defensa del arte que es obligación suya tocar a voluntad en un ómnibus? Nadie, lo hace porque evidentemente NO puede hacerlo de otra forma, y cree que por tocar con una guitarra desafinada en un ómnibus que hace ruido con público que ni lo mira y todavía lo critica desde un blog escondido en el anonimato, es más digno o popular o democrático que aquel que toca con instrumentos de calidad en una sala acustizada con público que pagó 200 pesos para verlo.

Este tipo de sujetos son los que AMATEURIZAN todo producto creativo o intelectual en los países tercermundistas. Son amateurs, sueñan con ser profesionales y por eso defenestran al músico que cobra por SU trabajo.

¿Si no es el músico el que cobra 200 pesos para tocar en el Solís, quién lo hace? ¿El artista, que saca un disco y es practicamente violado intelectual y económicamente por un sello discográfico que se lleva el 90% de las ganancias -en el mejor de los casos-, ahora es culpable por llevar la música a un nivel profesional y cobrar por su trabajo?

Este músico callejero es el elemento que se deshonra a sí mismo y a sus colegas cuando le quita valor a su propio trabajo diciendo que no merece ser tomado en serio y que cobrar por él es mentirle a la gente. Con ese criterio todos los oficios y profesiones tendrían que ofrecerse a voluntad por doquier. Y yo no he visto, hasta ahora, a ningún médico subir a un 117 y decir: "voy a pasar a controlarles el ritmo cardíaco y la presión a los pasajeros, el servicio es a voluntad". No, no lo vi. Qué hijos de puta los médicos, entonces, que cobran por su trabajo y atienden por 200 pesos en consultorios pulcros con guantes blancos. Ya que estamos.

martes, 22 de febrero de 2011

Christian Bale (y The Fighter)


Alguno dijo que The fighter "tira la toalla demasiado pronto"; que la interpretación de Bale es "sobreactuada y por eso la Academia lo va a premiar"; que la película es "otra de esas historias de superación, sacrificio y boxeo"; que ya lo hicieron Toro salvaje o Rocky.


Lo último es cierto; hace mucho que el boxeo -o la lucha libre- es un buen disparador para historias que mezclan drama y deporte. Ejemplos: Rocky, Toro salvaje, Million Dollar Baby, El luchador (The wrestler) y también Mal día para pescar, de Álvaro Bretchner -lo MEJOR que le pasó al cine de género en Uruguay-.


Que The fighter gira una vez más sobre lo mismo es cierto, lo que no quita que la película funcione de maravilla. No importa que una fórmula sea repetida; importa que sea efectiva -y no efectista!- y que esté, ante todo, bien hecha. Y la verdad es que el final de The fighter te mete ahí. En realidad toda la película atrpa: el núcleo familiar cerrado de inmigrantes irlandeses en EEUU; el boxeo no como simple envase para un mensaje o metáfora estúpida, sino como eje de las relaciones, como causa y consecuencia de la decadencia humana; la música, excelente en cada intervencion, y los PERSONAJES, todos o la mayoría, de carne y hueso, verdaderos. (Obviamente Mark Wahlberg está igual que siempre, o sea: ni mal ni bien. Como un oasis en el camino queda su papel sorpresivo y muy bueno en Los infiltrados). Ah, tampoco hay buenos y malos muy determinados, otro punto a favor.



Y Christian Bale, que en esta película vuelve a morir por 115 minutos para darle vida, también por 115 minutos, a Dicky Eklund en la pantalla, merece un parrafo aparte y separado por dos espacios en blanco.



Lo de Bale es impresionante, atrapante, un personaje frenético. Ocurre que cuando Dicky Eklund aparece en escena todo lo demás pasa a segundo plano.

Si el Óscar a Mejor actor de reparto no lo gana Christian Bale, elimino este blog. (Se que para muchos eso sería un golpe duro, por eso lo digo. Pero siempre recuerden que hay grandes sacrificios que son necesarios para protestar por algo que nadie nos pidió y que no nos afecta o beneficia directamente a nosotros).

lunes, 31 de enero de 2011

Entren los que quieran

(Pseudo amantes del rock fundamentalistas de mentira y principios muy sólidos, abstenerse, porque sus comentarios no son bienvenidos, nunca)





No me gusta el reggaeton (el reguetón). Su música no me atrae, pero lo peor son sus letras, que siempre giran sobre lo mismo y a veces hacen gracia y a veces dan lástima. Pero ha pasado algo. Sinceramente lo más reggaeton de Calle 13 no me gusta, ni me gustó nunca, pero reconozco que en el fondo -al menos lo creo así- tiene más ironía que sinceridad. Algunas de las famosas canciones del grupo, que dicen muchas cosas guarras (es la palabra que mejor se adapta), y que parecen pura sinceridad boricua, no son otra cosa que una especie de lenguaje callejero autoconsciente. Residente (el vocalista de C13) no nació en la penuria puertorriqueña; viene de la clase cómoda (que no es lo mismo que acomodada) de ese país. Es bastante más ilustrado de lo que quiere vender -y vende, efectivamente.

(No voy a ahondar en esto: para más, consultar la Cinemag que sale este viernes a los dos lados del Plata. Tapa de Anthony Hopkins por El rito, que esperamos con ansia... en Plaza Francia).

Este post no era para promocionar descaradamente -aunque indirectamente lo hace-, sino para compartir un tema del último disco de Calle 13 que se llama Calma Pueblo. Desde el título ya vemos por donde viene; por el lado del Calle 13 activista y todo eso, que todavía no se si definir de puro caretismo o sinceridad. No se, realmente, si el camino comprometido de este grupo (en temas como Pal' Norte, también) es visceral, real, o simple estrategia descarada de marketing. Tiendo a creer que tiene un poco de las dos, y no está mal.

Cuando uno dice Calle 13 lo relaciona con ese género que a muchos no nos gusta, y en seguida los rechaza. A continuación dejo este tema de Entren los que quieran, que salió en noviembre pasado. Yo me lo pasé escuchando por varios días seguidos. Este rap superheavy -qué es si no?- (compuesto junto a Omar Rodríguez-López, guitarrista del grupo de Texas The Mars Volta) es la última frontera en la transformación de Calle 13, transformación que implica contradicción interna, y se nota.



sábado, 15 de enero de 2011

En vías de extinción

Hace algunos días cierta revista musical publicó un estudio que delata al 2010 como el peor año para el rock en los últimos 50 años. Peor y mejor, en este caso, medidos en base a índices de popularidad. “Apenas tres canciones de rock 'n' roll aparecieron en la lista de los 100 éxitos para 2010 en el Reino Unido, la cifra más baja en 50 años”. La “decadencia” –siempre entre comillas, porque es en base a popularidad, y sabido es que la popularidad casi siempre está equivocada-, que toca su mayor pozo en el año que acaba de terminar, no es repentina: en 2008 los temas de rock en el hot 100 fueron 27; en 2009, fueron 13. Como debe ser, el lugar huérfano del rock es ocupado, según indica el informe –y cualquier ranking internacional- por el pop.

Pero lo que parecería ser un ascenso de la música pop a escala mundial resulta ser una cosa diferente: lo que ocurre -según alcanzo a ver- es un estancamiento del rock más que una evolución positiva del pop. Este género permanece dentro de lo esperable, dentro de su naturaleza e innovación; es el rock el que parece poblado de jóvenes fundamentalistas asquerosos. A contrapelo de la actitud de quiebre con lo existente y la vanguardia, las “nuevas bandas” que se dicen –con orgullo- de rock, profesan ciertos principios sacralizados y desacreditan al pop. Critican cierta liviandad o estupidez en el pop, cuando es más estúpida la impostura de ciertos grupos de rock.

Rockers de juguete hechos en serie
¿Por qué este estancamiento en el rock? Seguramente se deba a esta actitud de rockeritos-reventados-transgresores de cotillón que tiene el 90% de las bandas de la actualidad. Parece tratarse todo de una postura o máscara más que de tocar. “Rockear no tiene que ver con drogas ni como parecer un idiota”, deberían aprender un poco de Mr. S de School of Rock.

(Auténticas bazofias del mismo Lucifer como Ataque 77 –basura total-, La mancha de Rolando –qué asco-, Callejeros –que desastre-, y un aterrador y extenso etc, llenan estadios y atraen a las huestes huérfanas de los Redondos que evidentemente están llenando estadios equivocados. En Uruguay nombremos a No te va gustar, Chala Madre y Once Tiros para demostrar que de esta parte del charco no nos quedamos atrás y hay mucha mierda; demasiada para un país tan chico y con un corazón tan grande).

De algo sirven estos grupos –que pertenecen al rock chabón-: sirven para que Capusotto tenga material de sobra de acá a cuarenta años para sus acertados sketches sobre el modelo-rocker.

El retorno de los reyes
El escenario es claro: son cada vez más frecuentes los casos grupos históricos que se reúnen –viejos, gordos, calvos- abandonados por las musas, para reencontrarse con el éxito perdido y rememorar viejos y gloriosos tiempos. Esto no es algo esencialmente malo; ¿qué tiene de malo que músicos consagrados se junten para recordar viejos hits, y de paso hacer algo de dinero? Nada de malo, al contrario. Pero de muestra algo triste en el fondo: viene a confirmar que detrás de ellos no llegó nadie para sustituirlos. Actualmente, a excepción de contados casos, son las viejas glorias (Clapton, Dylan, Paul, los Stones, Zeppelin, los Beatles) las que llenan los estadios, las que emocionan al público. Hasta el mismo Lennon, desde el cielo, levanta y mueve más gente que un ejército de grupos fugaces de la actualidad. Es a la vez vivificante y un poco nostálgico ver cómo tiene que cargarse la mochila al hombro Paul McCartney. Las leyendas vuelven al ruedo, se reúnen, hacen giras; en parte por necesidad propia, pero en gran parte por la obvia necesidad de llenar un vacío que nadie llenó.

¿No hay nuevos grupos, entonces? Claro que los hay, quien va a decir que no: Coldplay, Muse, Franz Ferdinand, Strokes, The Killers, además de los otros: Red Hot Chili Peppers, R.E.M., INXS, Smashing Pumpkins, Foo Fighters… pero, obviamente, cada vez, a medida que pasan los años, son especies que desaparecen. Los Killers son intermitentes y parecen separarse y juntarse, lo mismo con Franz Ferdinand y los Strokes, Keane, los Peppers. Pero más allá de ellos no hay vida inteligente.

El mal del rock
Hay dos enfermedades que a esta altura parecen crónicas en el rock: la primera es la tragicómica puesta en escena de la mayoría de los artistas del género, la segunda es la imitación no solo de otros músicos, sino también de cánones y principios obsoletos que, en su época, fueron removedores.

1) Sobre la tragicómica puesta en escena
A pocos les sale bien y da gusto verlos con parquedad sobre el escenario; uno de ellos es Bob Dylan. El resto: abstenerse por favor! El problema es que en la actualidad, muchos exponentes de esa facción del rock –siempre recalquemos que es un sector, no la totalidad- se paran mirando hacia el público, tocan sucio y desprolijo, fuerte, gritan, se mueven –como los personajes de Capusotto, nuevamente-. Su actitud no es la de brindar un espectáculo; y con esto no digo que deban prender fuego sus instrumentos ni nada. En estas latitudes, donde ese mal espantoso es mayor –diría que es nativo de estas tierras- y se suma a letras que suenan mal en muchos casos, hay pocos grupos que escapan a esto, se me ocurren: Los Pericos, Auténticos decadentes, El cuarteto de Nos y Closet (un grupo pop ¡cuidado, pop!, que horrible, que superficial!)

2) Sobre la imitación a cualquier precio
Una cosa es tomar mucho de los que saben, demasiado; perseguirlos hasta parecerse a ellos. Eso no tiene nada de malo. Pero cuando el objetivo de un artista es copiar la actitud de otro, o la voz, eso ya es desagradable y da risa. Un buen ejemplo de esto es el surgimiento de pseudo-calamaros que han proliferado en Argentina. ¿Cuántos cantantes con voz calamaresca han aparecido? Coti, Pity Álvarez (aunque a este lo perdonamos, porque “estamos enfermos, perdónenos, perdónenos”), Estelares, etc… ¿Cuál es la gracia de mutilarse a uno mismo para parecer otro? Si uno copia a otro puede ser bueno, hasta ser casi como el otro; pero podría ser mejor si fuera uno mismo. Entiendo que a Juanse de los Ratones le fascina Mick Jagger, pero no encuentro que le copie la voz ni los movimientos –tal vez sea porque se le rompería la cadera-. Simplemente no entiendo esto. Es inevitable que un músico esté influido por los Stones y los Beatles o Dylan, pero querer ser una fotocopia de otro es muy triste.


Finalmente, en este marco de estancamiento, no es de extrañar que el pop surja como el gran animador de las radios en tiempos en que lo que llega más rapido a los oídos gana. El pop, a diferencia de otros géneros, tiene en su esencia la fugacidad: las estrellas fugaces son propias de ese género, esas estrellas de un éxito pasajero. Entre tantas quedan algunas.

PD: Me consta que colegas –aunque si a ellos les preguntan dicen, para lavarse las manos: ‘yo no soy cronista musical’- creen que esto es agresivo y atenta contra la producción nacional. Si hay algo que no soporto es la defensa irracional de cualquier porquería por el solo hecho de ser nacional. Allá ellos. Es un poco cansador ver cómo desfilan grupos realmente espantosos por programas de radio con conductores especialistas en inflar egos y elogiar. Nunca me voy a cansar de escuchar a Salvador Banchero fabricando siempre los mismos elogiosos comentarios para cien diferentes bandas de porquería. Es admirable, realmente, cómo una sola persona puede alabar cada basura que se pone enfrente.

Tema excelente con la guitarra de Santana y la voz de Everlast. (No tiene nada que ver con la columna, es solo una elección antojadiza).



PD2: No estoy seguro de nada de lo que digo, si no, no lo escribiría.

PD3: Aunque un poco seguro si, si no, no lo escribiría.

PD4: Supongo que nadie lee ya posts tan largos e incoherentes. Estoy pensando, por recomendación del dueño del blog 10 de noviembre, mudarme a Twitter.