Hace algunos días cierta revista musical publicó un estudio que delata al 2010 como el peor año para el rock en los últimos 50 años. Peor y mejor, en este caso, medidos en base a índices de popularidad. “Apenas tres canciones de rock 'n' roll aparecieron en la lista de los 100 éxitos para 2010 en el Reino Unido, la cifra más baja en 50 años”. La “decadencia” –siempre entre comillas, porque es en base a popularidad, y sabido es que la popularidad casi siempre está equivocada-, que toca su mayor pozo en el año que acaba de terminar, no es repentina: en 2008 los temas de rock en el hot 100 fueron 27; en 2009, fueron 13. Como debe ser, el lugar huérfano del rock es ocupado, según indica el informe –y cualquier ranking internacional- por el pop.
Pero lo que parecería ser un ascenso de la música pop a escala mundial resulta ser una cosa diferente: lo que ocurre -según alcanzo a ver- es un estancamiento del rock más que una evolución positiva del pop. Este género permanece dentro de lo esperable, dentro de su naturaleza e innovación; es el rock el que parece poblado de jóvenes fundamentalistas asquerosos. A contrapelo de la actitud de quiebre con lo existente y la vanguardia, las “nuevas bandas” que se dicen –con orgullo- de rock, profesan ciertos principios sacralizados y desacreditan al pop. Critican cierta liviandad o estupidez en el pop, cuando es más estúpida la impostura de ciertos grupos de rock.
Rockers de juguete hechos en serie
¿Por qué este estancamiento en el rock? Seguramente se deba a esta actitud de rockeritos-reventados-transgresores de cotillón que tiene el 90% de las bandas de la actualidad. Parece tratarse todo de una postura o máscara más que de tocar. “Rockear no tiene que ver con drogas ni como parecer un idiota”, deberían aprender un poco de Mr. S de School of Rock.
(Auténticas bazofias del mismo Lucifer como Ataque 77 –basura total-, La mancha de Rolando –qué asco-, Callejeros –que desastre-, y un aterrador y extenso etc, llenan estadios y atraen a las huestes huérfanas de los Redondos que evidentemente están llenando estadios equivocados. En Uruguay nombremos a No te va gustar, Chala Madre y Once Tiros para demostrar que de esta parte del charco no nos quedamos atrás y hay mucha mierda; demasiada para un país tan chico y con un corazón tan grande).
De algo sirven estos grupos –que pertenecen al rock chabón-: sirven para que Capusotto tenga material de sobra de acá a cuarenta años para sus acertados sketches sobre el modelo-rocker.
El retorno de los reyes
El escenario es claro: son cada vez más frecuentes los casos grupos históricos que se reúnen –viejos, gordos, calvos- abandonados por las musas, para reencontrarse con el éxito perdido y rememorar viejos y gloriosos tiempos. Esto no es algo esencialmente malo; ¿qué tiene de malo que músicos consagrados se junten para recordar viejos hits, y de paso hacer algo de dinero? Nada de malo, al contrario. Pero de muestra algo triste en el fondo: viene a confirmar que detrás de ellos no llegó nadie para sustituirlos. Actualmente, a excepción de contados casos, son las viejas glorias (Clapton, Dylan, Paul, los Stones, Zeppelin, los Beatles) las que llenan los estadios, las que emocionan al público. Hasta el mismo Lennon, desde el cielo, levanta y mueve más gente que un ejército de grupos fugaces de la actualidad. Es a la vez vivificante y un poco nostálgico ver cómo tiene que cargarse la mochila al hombro Paul McCartney. Las leyendas vuelven al ruedo, se reúnen, hacen giras; en parte por necesidad propia, pero en gran parte por la obvia necesidad de llenar un vacío que nadie llenó.
¿No hay nuevos grupos, entonces? Claro que los hay, quien va a decir que no: Coldplay, Muse, Franz Ferdinand, Strokes, The Killers, además de los otros: Red Hot Chili Peppers, R.E.M., INXS, Smashing Pumpkins, Foo Fighters… pero, obviamente, cada vez, a medida que pasan los años, son especies que desaparecen. Los Killers son intermitentes y parecen separarse y juntarse, lo mismo con Franz Ferdinand y los Strokes, Keane, los Peppers. Pero más allá de ellos no hay vida inteligente.
El mal del rock
Hay dos enfermedades que a esta altura parecen crónicas en el rock: la primera es la tragicómica puesta en escena de la mayoría de los artistas del género, la segunda es la imitación no solo de otros músicos, sino también de cánones y principios obsoletos que, en su época, fueron removedores.
1) Sobre la tragicómica puesta en escena
A pocos les sale bien y da gusto verlos con parquedad sobre el escenario; uno de ellos es Bob Dylan. El resto: abstenerse por favor! El problema es que en la actualidad, muchos exponentes de esa facción del rock –siempre recalquemos que es un sector, no la totalidad- se paran mirando hacia el público, tocan sucio y desprolijo, fuerte, gritan, se mueven –como los personajes de Capusotto, nuevamente-. Su actitud no es la de brindar un espectáculo; y con esto no digo que deban prender fuego sus instrumentos ni nada. En estas latitudes, donde ese mal espantoso es mayor –diría que es nativo de estas tierras- y se suma a letras que suenan mal en muchos casos, hay pocos grupos que escapan a esto, se me ocurren: Los Pericos, Auténticos decadentes, El cuarteto de Nos y Closet (un grupo pop ¡cuidado, pop!, que horrible, que superficial!)
2) Sobre la imitación a cualquier precio
Una cosa es tomar mucho de los que saben, demasiado; perseguirlos hasta parecerse a ellos. Eso no tiene nada de malo. Pero cuando el objetivo de un artista es copiar la actitud de otro, o la voz, eso ya es desagradable y da risa. Un buen ejemplo de esto es el surgimiento de pseudo-calamaros que han proliferado en Argentina. ¿Cuántos cantantes con voz calamaresca han aparecido? Coti, Pity Álvarez (aunque a este lo perdonamos, porque “estamos enfermos, perdónenos, perdónenos”), Estelares, etc… ¿Cuál es la gracia de mutilarse a uno mismo para parecer otro? Si uno copia a otro puede ser bueno, hasta ser casi como el otro; pero podría ser mejor si fuera uno mismo. Entiendo que a Juanse de los Ratones le fascina Mick Jagger, pero no encuentro que le copie la voz ni los movimientos –tal vez sea porque se le rompería la cadera-. Simplemente no entiendo esto. Es inevitable que un músico esté influido por los Stones y los Beatles o Dylan, pero querer ser una fotocopia de otro es muy triste.
Finalmente, en este marco de estancamiento, no es de extrañar que el pop surja como el gran animador de las radios en tiempos en que lo que llega más rapido a los oídos gana. El pop, a diferencia de otros géneros, tiene en su esencia la fugacidad: las estrellas fugaces son propias de ese género, esas estrellas de un éxito pasajero. Entre tantas quedan algunas.
PD: Me consta que colegas –aunque si a ellos les preguntan dicen, para lavarse las manos: ‘yo no soy cronista musical’- creen que esto es agresivo y atenta contra la producción nacional. Si hay algo que no soporto es la defensa irracional de cualquier porquería por el solo hecho de ser nacional. Allá ellos. Es un poco cansador ver cómo desfilan grupos realmente espantosos por programas de radio con conductores especialistas en inflar egos y elogiar. Nunca me voy a cansar de escuchar a Salvador Banchero fabricando siempre los mismos elogiosos comentarios para cien diferentes bandas de porquería. Es admirable, realmente, cómo una sola persona puede alabar cada basura que se pone enfrente.
Tema excelente con la guitarra de Santana y la voz de Everlast. (No tiene nada que ver con la columna, es solo una elección antojadiza).
PD2: No estoy seguro de nada de lo que digo, si no, no lo escribiría.
PD3: Aunque un poco seguro si, si no, no lo escribiría.
PD4: Supongo que nadie lee ya posts tan largos e incoherentes. Estoy pensando, por recomendación del dueño del blog 10 de noviembre, mudarme a Twitter.
Krautrock en Pez en el Hielo
Hace 3 días
6 comentarios:
Alto ahi, sere uno solo, pero valgo por millones.
Desde hace poco que conozco el blog, como ya dije es realmente genial!
En un momento dije, "este muchacho no es otro que el mismo Capusotto"
Por otra parte, "...hay mucha mierda; demasiada para un país tan chico y con un corazón tan grande)"
ES GENIAL, SENCILLAMENTE GENIAL, me hizo reir bastante!
Hey, no llamaré al 2203 4641, pero leo atentamente. No entiendo twitter...
En otras palabras, no abandones el blog, yo te sigo.
Vo, ni se te ocurra cerrar el blog (no sé dónde vivís, pero puedo averiguarlo!)
Me llama la atención -en realidad no, porque he coincidido con tus opiniones en otros temas- que vuelva a estar de acuerdo casi en todo contigo, dado que nos separa una brecha generacional que más que brecha es un fiordo. A veces creo que justamente mucha de la música actual (y lo de actual abarca un período como de 15 años) me parece francamente pésima por eso, porque no la siento contemporánea, pero cada tanto me encuentro con músicos con edad para ser mis hijos y que hacen cosas fantásticas, así que no es cuestión de la fecha de nacimiento, se puede ser mediocre o malo a cualquier edad.
Igual, como te digo una cosa, te digo la otra: prefiero 77 Ataques, que un solo Pibe Chorro.
No, nunca pensé en cerrar el blog, sí en cederle el %80 a un inversor de Emiratos Árabes que quiere comprar el espacio. Pero lo estoy evaluando. Hablaba de twitter como alternativa que no descarto.
Eso es cierto andal13, una gran brecha generacional que no significa nada, o muy poco.
Respecto al tema en sí, creo que sin generalizar -eso es importante-, podemos encontrar matices. Respecto a los 77 Ataques o un solo Pibe Chorro, coincidimos una vez mas. Aunque si lo pienso dos veces, tiendo a creer que se trata de dos especies diferentes; el caretismo de Ataque 77 me genera otro tipo de náuseas, diferentes a las provocadas por esa otra sustancia venenosa que no voy a nombrar.
yo nombraría también a radiohead como una banda interesante de rock.
de todas formas no solo es re subjetivo sino que además como bien decís por ahí no podemos guíarnos poir un ranking
Obvié decirlo, pero está bien aclarar que los ejemplos que puse son azarosos y que se les pueden sumar muchas bandas más, internacionales, claro.
El ranking es simplemente un disparador que no deja de revelar cierta realidad, y es el agotamiendo de cierto discurso de rock que, como queda claro, no es lo que define a la música. Lo que parece agotarse no es el rock, sino una determinada postura que debería ser accesoria pero acaba siendo lo único que tienen para mostrar muchos "artistas".
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