¿La guerra es una droga? ¿O un negocio? ¿O las dos cosas? Si la guerra es una droga, entonces necesitamos de un adicto y un negocio, necesitamos algo así como un juego de camellos y dealers; soldados y estados. Esta simple frase que queda bien y por eso se dice ("la guerra es una droga"), que aparece destacada en la película "The Hurt Locker" -que "arrasó" en los Oscar-, es ambigua, inexacta y cae, en este caso, en una interesante paradoja que vamos a analizar.
Recapitulemos, pero antes: no voy a analizar la película ni voy demasiado al respecto; porque no soy el indicado, y porque a nadie le importa. Como tampoco vi la película, me voy a valer de un fragmento, muy breve, de critica que encontré por ahí y que no voy a linkear.
""Vivir al límite" se centra en un grupo de soldados estadounidenses que arriesgan su vida desarmando explosivos en Irak, tarea que los mantiene enajenados, como si el peligro terminara siendo una adicción. Una frase del periodista Chris Hedges, en una leyenda inicial, lo explicita: “La guerra es una droga”.
Hay momentos de mucho suspenso que exponen, en cierta manera, el clima de alarma permanente en las calles de Irak, con la cámara en movimiento transmitiendo inestabilidad y una luz espesa expresando incomodidad y calor."
Simple; tenemos una película que intenta trasladarnos a la escena, introducirnos en el ámbito donde las explosiones son habituales, donde algo puede estallar en cualquier instante, donde el peligro es latente. Una fórmula, de más está decirlo, hecha para captar la atención del espectador. Supongo también que el filme busca introducirnos, o al menos ponernos al tanto de lo que sucede en la mente de estos soldados, de estos héroes/adictos/mártires/suicidas. Porque a la vez, todos esos adjetivos parecen ser justos.
¿De qué hablamos?
Los soldados ¿son héroes? ¿adictos? Son soldados, parte de un engranaje y un negocio que es la guerra. Pero bien, recordemos una vez más lo que nos dice la película en su inicio:"La guerra es una droga". Entonces, esos soldados estadounidenses que "arriesgan su vida desarmando explosivos" no son héroes, sino adictos, enfermos que participan de esa "droga" que es la guerra (recordemos que el calificativo de "droga" no es mío, sino de los creadores de la película). Pero tengo ciertas dudas a la hora de afirmar que el peligro sea "una adicción", creo entender que los soldados que desactivan bombas en Irak lo hacen porque cobran una buena plata por hacerlo, no por honor. El militar, el soldado ya no es el caballero: el caballero es (era) una figura que lucha, si se quiere, por honor, el soldado, en cambio, mata por dinero e intereses que ni siquiera son suyos. Entonces ¿la guerra es una droga o un "negocio" que busca el beneficio propio? ¿los soldados son adictos o herramientas de esa máquina del sinsentido? Me inclino más por afirmar lo segundo en ambas interrogantes: los soldados, que la película intenta postular como mártires honorables, como héroes desactivadores de bombas en la máxima tensión, se parecen más a los engranajes de un reloj que a los dependientes de una droga.
Pero he aquí la cuestión: los creadores de la cinta parecen tener un cierto fin; mostrar el estado alterado de quienes tienen que ocupar la posición de soldado en Irak... ah, dato no menor, soldado norteamericano en Irak, menudo detalle. La guerra es, para ellos, una droga, y las "víctimas" presas de esa adicción son los soldados, condenados a una vida gris y al límite. Acá está lo extraño: supongo, aunque creo estar seguro, que la guerra es algo despreciable, o al menos es algo a lo que no se desea llegar(¿?). Entiendo que la guerra es una conflicto, un enfrentamiento violento que genera destrucción y drama(¿?). Ellos, Bigelow y compañía, la plantean como una droga; y tal vez, en cierto punto, pueden llegar a tener razón, ese ya no es nuestro asunto. Pero resulta que la película en si, que aparentemente intenta mostrar la parte mas cruda del escándalo bélico, termina sirviéndose de ese drama, de esa droga. Para Bigelow "la guerra es una droga", pero una droga que sirve para ganar un Oscar, una droga que sirve para hacer una película, una droga con la que se puede jugar, y se juega. Porque la película nos muestra el lado duro de la guerra, como toda película bélica, pero, y esto es lo terrible, no deja de ser una película: busca atraer al espectador, busca engancharlo, atraparlo con sus imágenes impactantes, con "la cámara en movimiento transmitiendo inestabilidad y una luz espesa expresando incomodidad y calor", y no vamos a crucificarla por eso, porque eso es su fin. El filme condena la guerra, dice que es una droga, pero a la vez utiliza esa droga; aprovecha esa droga para captar la atención de espectador, usa esa misma condena para su beneficio, y esto no está mal, porque el cine es, antes que una clase sobre ideología y justicia, un entretenimiento.
La paradoja: película-discurso
Sin embargo, ciegos o hipócritas(¿?), los realizadores de esta película no ven esto, creen estar haciendo una dura critica a la guerra como instrumento opresor, como droga, cuando usan estas mismas cualidades para atraer los ojos del espectador.
El siguiente video muestra la segunda vez que Kathryn Bigelow sube a recibir un Oscar en la noche. Atención con el minuto 3:00 en adelante.
Si no quedó claro se puede volver a ver en este otro video (buscar el de Mejor Dirección). Lo que Bigelow hace en dos ocasiones, al recibir el Oscar, es agradecer. Pero además de los agradecimientos de protocolo, dedica la película ("The Hurt Locker") a los "uniformados".
"...Quisiera dedicarle esto a los hombres y a las mujeres del servicio militar, que arriesgan sus vidas diariamente en Irak y Afganistán..."
La película busca ser una critica hacia la guerra y sus derivados, califica a la guerra de droga, pero su directora, al recibir el premio, dedica la película a los soldados, a los uniformados, a los "adictos", a quienes forman parte de esa "droga". No solo esto, sino que agrega que "pueden regresara casa cuando quieran", que "están ahí para apoyarnos a nosotros y nosotros apoyarlos a ellos". Entiendo lo siguiente; para Bigelow "la guerra es una droga", y por lo tanto la película es clara e insensata apología. La película versa sobre la droga y está dedicada a los adictos. Si bien intenta o cree ser una crítica a la guerra en tanto droga, termina siendo, a raíz de las palabras de su directora, apología de la droga; "la guerra es una droga" ¿dice que sea mala o buena? No, dice que es una droga, y la película está dedicada a los artífices de la droga.
Esto es lo que pasa cuando se confunde el límite entre justicia social, reclamos, crítica, con el entretenimiento. Si voy al cine, voy a disfrutar y a entretenerme, en algunos casos a pensar y a reflexionar, pero no a intentar recibir cierto discurso pro humanista o lo que sea. Algo así dijo Spielberg al respecto, "no voy (al cine) a recibir un rollo ideológico".
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