sábado, 13 de noviembre de 2010

Bueno o malo, pero acertado



El más reciente spot publicitario de Coca Cola (el del video anterior) es francamente perfecto. Y lo digo sin ser especialista en marketing ni en estrategia alguna de ventas. Lo digo, simplemente, porque tiene lo que debe tener una marca para atraer al público hoy día: es narcisista, hedonista y agresivamente “democrático”. Repasemos: en el video se vive una locura total, un júbilo sin fin, sin drama ni traba alguna que pueda frenar la diversión. Es el paraíso mismo del desenfreno; de lo individual, de la (auto) satisfacción, de la realización personal, del placer sin límites. Podríamos llenar un párrafo entero de adjetivos. Bien, resulta que desde el horizonte se acerca un oscuro y malévolo ejército arcaico y pasado de moda que, lisa y llanamente, quiere acabar con todo eso; que viene a cortar violentamente el derroche de alegría. Quieren cortar el placer, dice el comercial (al menos el que escuché en TV, el de Internet está empezado).

Y resulta ser un retrato perfecto de lo actual: ya ninguno de nosotros vive bajo el rigorismo moderno, si bajo reglas morales y cierta ética; pero ya no cumpliendo con estas reglas sociales de forma estricta, ya no bajo el deber ser para con uno mismo y la sociedad. Ahora se siguen cumpliendo las reglas referentes a la organización en sociedad, pero estas corren más por autogestión o elección a la carta, por personalización, que por deber, obligación o imposición. Lo que antes se hacía por imposición, hoy se hace por placer. Pero las cosas han cambiado: lo que está bien y está mal ya no es estricto; lo bueno y lo malo, lo feo y lo lindo, ya no existen; los antagonismos se han barrido (nada es blanco o negro, hay grises; esa es la frase perfecta que define la abolición de límites y antagonismos). Ahora, en la convivencia social y tal como ocurre en la historia del spot publicitario, vivimos en la era de la autogestión, autorregulación; de los deberes y obligaciones moldeados y personalizados a la carta, al gusto de cada uno. Y el placer, la droga, la diversión, la ebriedad ya no se viven con culpa sino con orgullo y frenesí. Todo es una continua despedida de soltero: no hay mañana, por lo tanto el hoy, el ahora cobra una vida hipertrófica y hay que hacerlo todo ya, probar todo, darse todos los gustos.

En este marco, aquel Estado que se dedicaba a regular las relaciones, aquella era donde un poder superior indicaba a cada uno lo que debía hacer, es visto (al igual que en el video) como un aparato vetusto, antiguo, torpe; perteneciente al pasado, a un mecanismo de orden que ya no funciona, que ha sido barrido en beneficio de la autogestión. Ya no precisamos (reza la publicidad de Coca-cola) Estado, Deber, Ejército, Dios que venga a decirnos qué hacer: el Estado y el Deber somos nosotros; lo moldeamos nosotros; el Ejército ya no sirve por su torpeza y, por su puesto; Dios ha muerto.

Tal y como ocurre con el aparato regulador (ejército, Presidente, Estado) en el reclame de Coca-cola, los mandatarios e instituciones buscan constantemente un lugar en un mundo que ya no los precisa, que se autorregula; por eso los presidentes son más populares cuanto más “hablan el lenguaje del pueblo”, por más que ese lenguaje sea defectuoso; por eso los candidatos discuten de tú a tú en Twitter, por eso se populariza (se democratiza falsamente) todo lo que antes era opuesto a la masa.

Una vez más, tal y como lo muestra el magistral video de Coca-Cola, el individuo actual (posmoralista) ya no vive esta falta de sentido, esta ausencia de proyectos o mañana, de forma dramática. Que el mundo sea absurdo, que el hoy sea lo único que queda, ya no genera depresión; la depresión es típicamente moderna y problemática; es típicamente pasada. En la actualidad todo es deserción; un estancamiento dulce y aproblemático. La falta de rumbo de todo ya no es un drama; es una forma de vida. “Es mejor cualquier sentido que ninguno” dijo Nietzsche: hoy esa frase ha sido barrida, se ha demostrado que se puede vivir sin ningún sentido y que la “felicidad” coexiste con el absurdo.

3 comentarios:

Cintia dijo...

Me encantan los análisis que hacen de la sociedad posmoderna! Concuerdo con los que decis; hay algo similar a un vientos de caos en el aire, falta de proyectos a futuro... en fin, la ya establecida muerte del progreso y las utopías. Sin embargo, también están los que dicen que estamos pasando por una fase de cambio, y hasta que las cosas se asienten no se podrá ver lo característico de esta etapa... es un tema muy interesante.

Sí, los de CC la verdad tienen unos publicistas desafortunadamente geniales.

Besotesss

pelado1961 dijo...

Comparto 110 por ciento este post.
Si acaso puedo agregar algo, diría que la sociedad actual no es como una continua despedida de soltero.
Más bien la veo como una perpetua kermesse escolar: cualquier payaso parece divertido, cualquier chirimbolo es un premio, cualquier estupidez es una actividad genuina.

Va un abrazo.

Detaquito dijo...

Excelente artículo.